Imagina esta escena en consulta: Una madre le dice a su hijo adolescente "Te quiero, solo quiero lo mejor para ti", pero mientras lo dice, tiene los brazos cruzados, la mandíbula tensa y evita el contacto visual.
El chico se queda paralizado. Si responde a las palabras ("Yo también te quiero"), ignora la hostilidad evidente. Si responde a la hostilidad ("¿Por qué estás enfadada?"), la madre puede negarlo ("¡No estoy enfadada, te acabo de decir que te quiero!").
Bienvenido al mundo del Doble Vínculo.
En las clases de ESEUPE sobre los Axiomas de la Comunicación, profundizamos en la distinción clave que estableció la Escuela de Palo Alto:
La patología surge cuando estos dos niveles no concuerdan. Como terapeutas sistémicos, nuestro trabajo no es solo escuchar el relato, sino observar la danza invisible entre lo que se dice y lo que se hace.
En nuestro centro de referencia, Psicólogos Pozuelo, entrenamos a nuestros terapeutas para desarrollar un "tercer oído".
No nos quedamos en la queja superficial ("Mi hijo no estudia"). Observamos la incongruencia. ¿Por qué el padre sonríe levemente cuando cuenta que su hijo desafió a la madre? Esa sonrisa (analógica) contradice su queja (digital) y nos da la pista real del funcionamiento del sistema.
El éxito de nuestras intervenciones radica en señalar estas contradicciones con empatía, permitiendo al sistema verse a sí mismo.
Aquí viene la parte incómoda para nosotros, los profesionales. Nosotros también comunicamos en dos niveles.
Nivel Digital: "Soy un profesional de la salud mental, este es un espacio seguro y confidencial."
Nivel Analógico: Tardas días en responder, usas WhatsApp personal inseguro para citas, o tienes los expedientes en papel desordenados.
Si tu gestión es caótica, estás enviando un mensaje analógico de "descuido" que contradice tu mensaje digital de "cuidado". Eso genera desconfianza inconsciente en el paciente.
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